Se abre paso a un gran laboratorio de patentes

La ex presidente de Chile, Michelle Bachelet, dijo la semana pasada durante su visita a Colombia que para poder competir y sobrevivir en el mundo globalizado había que innovar.
Cuando se habla de innovar pensamos en educación, en tecnología, en productividad, en competitividad, en mercado y como es obvio, en empleo.

Cuando la ex presidente chilena habla de “innovar o morir” inmediatamente asociamos innovación con propiedad intelectual y todos los caminos conducen a un mundo que nos alimenta y que alimentamos, a un mundo del cual dependemos, a un mundo al cual pertenecemos; pero un mundo en el que muy poco incidimos: el mundo de las patentes.

Solamente las tecnologías patentadas que están asociadas a la telefonía celular, al disco compacto, al airbag, al horno microondas, a los videos juegos, a la cámara digital, al ipod, al laptop y a la memoria USB, han generado más de ciento cincuenta millones de empleos en el mundo.

De otro lado, los ingenieros eléctricos estadounidenses Jack Kilby y Robert Noyce nunca imaginaron que la patente del circuito integrado o chip de silicio revolucionaría el mundo y le aseguraría empleo a millones de personas. Tampoco David Payne, Randy Giles y Emmanuel Desurvire coinventores de la fibra óptica sospecharon que la patente del dispositivo conocido como amplificador de fibra dopada con erbio, cambiaría el estilo de vida de la humanidad y generaría cientos de empleos para técnicos, obreros e ingenieros.

Encontrar personas en Colombia que tengan experiencia en patentes internacionales no es fácil por una razón muy simple, nuestros indicadores en ciencia, tecnología e innovación respaldados con patentes internacionales son dramáticamente bajos. Para dar un ejemplo, entre el 1 de enero de 1977 al 31 de diciembre del 2008 a Corea del Sur la oficina de patentes y marcas de la Secretaría de Comercio de los Estados Unidos le concedió 62.767 patentes y en el mismo periodo a Colombia le fueron concedidas 209 patentes.

Colombia se encuentra en este momento negociando con Corea del Sur un tratado de libre comercio. Ante semejante desproporción que se hace todavía más alarmante con los Estados Unidos, son muchas las preguntas que surgen para quienes tienen la responsabilidad de conducir este país en los próximos años.

En el mismo periodo, es decir en treinta años, solamente Estados como California registraron 393.085 patentes, Arizona 34.276 patentes, Florida 67.175 patentes, Michigan 97.709 patentes y Estados con una vida bucólica como Montana, registraron 3.123 patentes. Países como Mónaco, Islandia, Polonia, Checoslovaquia, Turquía, Filipinas y Tailandia nos superan. En el contexto regional y en el mismo periodo, a Brasil le fueron concedidas 2.210 patentes, a México 1.912 patentes, a Chile 272 patentes, a Costa Rica 229 patentes. Hasta Venezuela nos superó con 652 patentes.

¿Cómo competir de verdad para poder firmar en condiciones equitativas un TLC con Corea o con cualquier país desarrollado, si al día de hoy no alcanzamos a superar 230 patentes frente a Corea que ya en el primer semestre de este año está sobrepasando las 70.000 patentes?

¿Cómo aspirar a conquistar nuevos mercados por fuera del carbón, oro, petróleo, confecciones, industria gráfica, frutas, artesanías, si según la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, para el año 2007 solo el 6.1 por ciento de las patentes solicitadas en Colombia fueron gestionadas por sus residentes. En ese mismo año únicamente el 0.005 por ciento de las patentes solicitadas en Estados Unidos fue gestionada por colombianos.

El profesor Alfonso Correa, Asesor de la Universidad Nacional, dijo a los medios de comunicación que “un país sin investigación es ciego, sordo y mudo”. Ciego porque no sabe para dónde ir, sordo porque no entiende nada de lo que los otros le dicen y mudo porque no tiene nada que decir.

Es el momento de darle valor agregado a los bienes que consumimos y convertirlos en productos procesados con talento colombiano, con investigación colombiana y con creatividad colombiana. Si somos competitivos produciendo y generando conocimiento, dejaremos de ser solamente exportadores de materias primas.

Colombia apenas invierte el 0.39 por ciento del PIB en ciencia y tecnología según el Observatorio de Ciencia y Tecnología. Se podría decir que hay investigadores pero no hay laboratorios, que hay inventiva pero no hay crédito, que hay proyectos que podrían convertirse en grandes emprendimientos pero el sistema financiero no está interesado en que dichos proyectos constituyan una garantía, a pesar de que la banca por definición y por principio es un servicio público. Tampoco se han desarrollado conceptos tan universales como el de capital de riesgo aplicado a la investigación. La confianza inversionista no solo debe entenderse para extraer y comercializar recursos naturales no renovables, sino también para estimular, promover y desarrollar proyectos de investigación que son los que realmente definen y generan el desarrollo.

En Colombia universidades como EAFIT, la Universidad Tecnológica de Pereira, la Universidad de Antioquia, la Universidad Nacional y algunos empresarios han logrado obtener patentes relacionadas con la salud, como tratamientos para protección de ojos y de oídos, prótesis ortopédicas, vendajes, dispositivos anticonceptivos o instrumentos para medir la recuperación de pacientes con labio leporino y paladar hendido. También en la industria, prensas hidráulicas para la manipulación de piezas de manufactura y avances aislados, pero muy significativos en temas sensibles para el medio ambiente como tecnología para disminuir la emisión de gases contaminantes, ahorro en el consumo de combustible, nuevos materiales para estructuras en grandes proyectos de infraestructura y tecnología para encapsulamiento de residuos tóxicos. Muchos de esos esfuerzos se realizan sin protagonismo, sin alardes, sin el apoyo del Estado y sin que se utilice crédito local para su financiación. Lo paradójico es que se han logrado resultados sorprendentes con reconocimiento en el exterior y apoyo de inversionistas e instituciones extranjeras a innovaciones radicales lideradas por empresarios colombianos.

¿Cómo superar los indicadores actuales en materia de innovación y patentes y así poder competir generando productividad y empleo?

Para el empresario Carlos Alberto Plata Gómez, quien con un grupo de profesionales colombianos lidera varios desarrollos asociados con innovaciones radicales e incrementales que han obtenido reconocimiento por la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos, “no solo debemos pensar en la brecha numérica que puede parecer dramática frente a países desarrollados o inclusive frente a países de la región. Para mí es más importante pensar en la calidad de las patentes en términos de innovación, de utilidad y aplicabilidad industrial, y sobre todo de relevancia continental – global en función de la preservación del ecosistema”. Hay tres ejes sobre los cuales debe gravitar una patente: primero: innovación, segundo: utilidad y tercero: mejoramiento de la calidad de vida preservando el ecosistema. Hay que mejorar drásticamente la oferta nacional de innovación. Tenemos el más importante de los recursos que es el talento humano y la biodiversidad, pero hay que generar valor agregado a los productos y servicios de origen nacional. Trabajar en innovaciones radicales e incrementales es bastante posible desarrollando los artículos 4° y 7° de la Ley 1286 de 2009 que es la espina dorsal de una verdadera política de innovación armonizando el rol del Estado con la iniciativa privada.

Es el momento de abrir ese enorme contenedor de inteligencia y creatividad que es Colombia, garantizándole al desarrollador y al emprendedor un adecuado acompañamiento en asesoría legal internacional, apoyo logístico, asesoría en mercadeo con visión nacional, continental y global, crédito a través de instrumentos financieros apropiados y laboratorios.

“Debemos aprender de la experiencia de otros países que como el caso de los Estados Unidos desde hace 200 años entendió perfectamente cómo funcionaría el mundo de la innovación y de la propiedad intelectual. En 1911 superaron el millón de patentes y en 1999 habían llegado a seis millones de patentes. Hay que repasar el Morrill Act y entender cómo surgieron los colegios industriales y la importancia que tuvieron los laboratorios como la vía para cohesionar a un país generando sentido de pertenencia, arraigo, autoestima e identidad nacional. En 1853 el profesor Jonathan Turner, después el Senador Lyman Trumbull de Illinois y el Representante Justin Morrill de Vermont, concibieron el más ambicioso programa para desarrollar el conocimiento científico y tecnológico. El señor Morrill debió padecer toda clase de vetos, inclusive del Presidente James Buchanan, hasta que finalmente el Presidente Lincoln, con gran visión y en medio de la Guerra Civil, viabilizó el “Morril Act” en 1862. Posteriormente el Presidente Ulysses Grant le dio mucha más fuerza a esta iniciativa, más presupuesto, crédito, más laboratorios y un gran impulso y estímulo a la iniciativa privada.

No hay que olvidar que los Estados Unidos es un país de inmigrantes, multicultural y pluriétnico, que logró construir un modelo de competitividad, de productividad, de crecimiento, de equidad y de capacitación del intelecto a partir de los colegios industriales y de la propiedad intelectual que fueron el origen de universidades como Illinois, Michigan, Cornell, MIT, etc. Ellos tuvieron muy claro que si querían pensar en una civilización debían generar conocimiento e identidad nacional.

No se puede hablar de desarrollo sin investigación, como tampoco se puede pensar en ser competitivos sin innovación y sin crédito.”, enfatiza Plata.

¿Qué se debe tener en cuenta en el trámite de una patente internacional para una innovación radical? Primero: rigor conceptual y metodológico, segundo: muy buenos asesores legales internacionales, tercero: proteger muy bien la información para evitar sabotajes o espionaje industrial, cuarto: paciencia y lo que el profesor Joseph NYE llama capacidad diagnóstica intuitiva, para tratar de entender lo que significa el peso muerto de los intereses creados. La tecnología está moldeando hoy gran parte de la historia y del comportamiento humano.

Tenemos biodiversidad, pero ¿qué nos falta: laboratorios, especialistas, doctores o crédito?

Nos falta un poco de todo, pero hay mucho talento y una biodiversidad que envidian muchos países.

Colombia no puede ser idiota útil o servirle de comparsa o de yunque a países o multinacionales que simplemente nos ven como un segmento del mercado. Abrir las puertas a un mercado como el nuestro debe ser sinónimo de reciprocidad en términos de transferencia de tecnología, formación de capital humano, estímulo a la industria nacional e inversión en laboratorios.

En cuanto a nuestra biodiversidad, la confianza inversionista debe ir más allá de la explotación y comercialización de los recursos naturales no renovables, debe generar una contrapartida en inversión para investigación que se materialice en tecnologías que permitan el uso racional de esos recursos naturales y una relación realmente armónica con la naturaleza, para evitar que se siga presentando tanta degradación ambiental.

El empresario plantea que “claro que faltan muchos investigadores con doctorados, con maestrías o especialización, pero no hay que olvidar que Colombia es un país de autodidactas y empíricos. Se requiere además generar ya una plataforma para facilitar el emprendimiento de miles de empíricos que no tienen acceso a crédito, ni a laboratorios, ni a acompañamiento legal y menos, a asesoría para acceder a mercados internacionales. Nosotros realizamos más de 800 sesiones con investigadores autodidactas y emprendedores empíricos de diferentes ciudades para entender un poco mejor por qué tenemos indicadores tan modestos en trámite de patentes y en innovación. Entre los investigadores, un alto porcentaje comparte las mismas preocupaciones, traumas, frustraciones, limitaciones, y en muchos casos, aprehensiones. Hay dispersión y barreras culturales y psicológicas que es necesario superar. Es muy importante mejorar la comunicación entre las universidades, los investigadores con doctorados, la empresa privada y los emprendedores autodidactas y empíricos. El Sena está empezando a jugar un rol importante y seguramente con el desarrollo de la Ley 1286 de 2009 y el fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología se avanzará, si se logra interpretar las tendencias y sensibilidades del mercado”.

Con un grupo de empresarios nacionales y extranjeros estamos trabajando en un proyecto de mega laboratorio de competitividad y propiedad intelectual para generar, administrar y gerenciar conocimiento. La brecha numérica y los bajos indicadores son superables si hay la visión, la convicción y la debida concertación entre los diferentes actores.

Nuestra experiencia nos ha permitido valorar enormemente el talento nacional y lo que veíamos hace 10 años imposible de realizar, como es desarrollar innovaciones radicales, que es una verdadera ruptura con muchos paradigmas tecno – económicos y de mercado, se logró con el apoyo de un grupo interdisciplinario, y si se quiere, bastante heterogéneo de profesionales y de innovadores.

No pocos de estos emprendedores que hemos podido conocer y con quienes hemos compartido experiencias vienen de la microeconomía del rebusque y es donde uno ve que la falta de crédito y la falta de apoyo logístico y metodológico se convierten en carburante de muchas inequidades.”

LA REPUBLICA
Miércoles 9 de junio de 2010

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