Requerimientos para desarrollar una patente

Tradicionalmente se ha entendido el término patente como un título de propiedad que otorga un derecho de exclusividad para la explotación temporal de una solución técnica. 

Ese procedimiento, producto, servicio, herramienta, instrumento, mecanismo o tecnología, podrá ser utilizado por el titular durante un tiempo a cambio de liberar su uso y aprovechamiento a favor de terceros. Esto sucede una vez han transcurrido un determinado número de años que pueden ser diez, catorce, o veinte, según el caso y el país.

Para acceder a este título se requiere de:

1. Financiación inicial

2. Participación estable y consistente

3. Creación de fondos de inversión en investigación e innovación

4. Líneas blandas de financiación bancaria

5. Laboratorios

6. Estimular una demanda pública sostenible en el largo plazo

7. Asegurar transferencia tecnológica

8. Asesoría y acompañamiento legal

9. Recurso o capital humano lejos de ciertos perfiles

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Patentes colombianas, una materia pendiente

El año pasado se registraron en total 3’276.700 solicitudes de patentes en el mundo, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi). Un año en el que la presentación de solicitudes de registro de marcas aumentó 13,7 por ciento; la de patentes, 1,6 por ciento y la de diseños, 2 por ciento, según el informe más reciente de esta organización.


De acuerdo con la Ompi, estos indicadores son una muestra de la resiliencia de la innovación humana incluso en medio de la grave situación sanitaria mundial. “El informe confirma que, a pesar de la mayor contracción económica de las últimas décadas, las solicitudes de derechos de propiedad intelectual –un sólido indicador de la innovación– mostraron una notable capacidad de resistencia durante la pandemia”, señaló el director general de la organización, Daren Tang.

Las patentes vigentes en todo el mundo aumentaron un 5,9 por ciento para alcanzar unos 15,9 millones en 2020. China fue el país que registró el mayor aumento del número de patentes (+14,5 por ciento), seguido de Alemania (+8,1 por ciento), Estados Unidos (+6,9 por ciento) y Corea del Sur (+4,6 por ciento).

No obstante ese buen momento que vive la innovación a escala global, el papel que juega Colombia en este campo siempre ha sido tímido y escaso. Según cifras de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), las solicitudes concedidas de patentes de invención y de patentes de modelo de utilidad durante 2020 fueron tan solo 1.208, una cifra incluso menor a la que se presentó en 2019, cuando fueron concedidas 1.720.
Compañías extranjeras como la china Huawei son de las que más registros de patente presentaron en el 2018.

Para Carlos Plata, abogado especialista en patentes, este retraso se debe a que la innovación no se ha entendido en la mentalidad de la sociedad colombiana como una herramienta fundamental. “Es un estribillo, casi como lo es el calentamiento global, no se ha insertado dentro del instinto de supervivencia, el instinto de conservación. La gente no ha entendido la innovación como la herramienta que tiene para mejorar su calidad de vida, para sobrevivir y para, además, lograr mercados objetivos para generar empleo y desarrollo”.

A lo largo de la última década, el país se ha movido en rangos similares. Entre 2011 y 2020 se concedieron 14.480 solicitudes de patentes por la SIC, el año en el que más se presentaron fue 2013 con 2.339 y en el que se registró el menor número fue el 2011, con solo 790. Una brecha enorme frente a los países que lideran los indicadores.

En opinión de Plata, quienes hablan de innovación desconocen factores determinantes para que las ideas se puedan convertir en realidad. “Si hablamos de número de patentes, tenemos que reflexionar en que ya a estas alturas, cuando las brechas son tan profundas y tan amplias, deberíamos pensar en innovaciones incrementales y en patentes de modelos de utilidad”, explica Plata.

Por su parte, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Tito José Crissien, asegura que desde la cartera han identificado como principales limitantes al registro de patentes en el país el bajo conocimiento en general que tienen los ciudadanos sobre el sistema de propiedad intelectual, su utilidad práctica y las ventajas de proteger productos o procesos derivados de alguna actividad inventiva en los ámbitos científicos, académicos y empresariales, entre otros.

Nunca vamos a salir de ese rezago, pero se puede compensar con patentes de gran peso cualitativo

“Hay poca articulación entre las entidades que hacen parte del sistema de propiedad intelectual, lo cual dificulta tomar medidas necesarias para mejorar la atención a la población que necesita proteger su invento. En general hay poca cultura de protección no solo de patentes, también sobre los mecanismos de propiedad intelectual. Otra de las limitantes que presenta Colombia es la necesidad de robustecer la razón de ser de los clústeres y su Know How, que les permita identificar retos y soluciones”, dice el ministro.

Para Carlos Plata, pensar en calidad más que en cantidad sería la forma de acortar distancia de manera significativa. “Estados Unidos en su historia ha tenido más de 12 millones de patentes, algunas incluso ya no están vigentes. Nuestra historia en este tema es inconstante y de intermitencias y está más ligada a esfuerzos de personas que no han dimensionado la importancia de generar una tecnología o un hecho que sea valorado por la Superintendencia de Industria y Comercio o el Departamento de Comercio de Estados Unidos o cualquier ente similar en Europa como un hecho resaltable como innovador y con el derecho a ser protegido”, asegura el experto.

Y añade: “Nunca vamos a salir de ese rezago, pero se puede compensar con patentes de gran peso cualitativo, innovaciones radicales que están asociadas a tecnologías persuasivas y obviamente a innovaciones disruptivas”.

Innovación integral
En ese sentido, si se considera el caso colombiano en comparación con el de otros países que han conseguido dar cambios drásticos a sus modelos de innovación para impulsar el desarrollo, como Corea del Sur, lo que haría falta es concebir una innovación, tanto social como tecnológica, resolviendo lo que Plata denomina como enfermedades sociales.

Es lo único que nos va a salvar, si no dimensionamos lo que es el valor agregado, estamos condenados a desaparecer

“La innovación social trabaja en las patologías colectivas que impiden construir verdaderas plataformas de innovación tecnológica. La mentira, el arribismo, la envidia, la ignorancia, la improvisación, la incapacidad de trabajar en equipo, la impaciencia frente a la recompensa, la indisciplina y la falta de autocrítica generan brechas que nos alejan de la economía del conocimiento y del capitalismo consciente”, señala el abogado.

Por eso, en su opinión, para construir un modelo de sociedad predispuesta a la ciencia y a la tecnología, se requiere primero tener claro la verdadera vocación de país. “Para lograrlo se necesita pensar en grande y estimular vocaciones a partir de las vivencias que ofrece un país megadiverso”.

El experto asegura que se requiere de catalizadores de innovación y polígonos industriales para un país con ecosistemas únicos como el nuestro. Además de Centros de Agregación de Valor (CAV) como puntos de excelencia de conocimiento y competitividad, junto a megalaboratorios de valor agregado para aprovechar la diversidad y el mapa biogenético, avanzando en una agenda de desarrollo sostenible con tecnologías persuasivas compatibles con la transformación de recursos biológicos, impulsando además nuevos ecosistemas de almacenamiento de energía y de transformación digital.

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Las patentes, las universidades y la agenda global

¿Cuántas veces nos hemos preguntado quién decide lo que más nos conviene? ¿Quién determina lo que es prioritario en nuestras vidas? ¿Qué tan autónomos somos? ¿Quién marca las pautas y quién diseña nuestro estilo de vida? ¿Qué tanta conciencia tenemos sobre quiénes realmente definen la agenda global en lo económico, lo político y lo social? ¿Quién fija los derroteros, las directrices y el curso de los acontecimientos? 

¿Quién y qué nos permite ser eficientes? ¿Quién tiene la autoridad para influir en nuestras decisiones? ¿Quién moldea nuestras costumbres e impone las tendencias y las prioridades en una comunidad? ¿Quién determina el modus operando de nuestro entorno familiar, social o laboral? ¿Quién decide por nuestros hijos? ¿Qué nos vuelve sensibles o insensibles? ¿Qué y quiénes inciden sobre nuestros gustos o nuestros hábitos? ¿Quién alimenta nuestras fobias y nuestras inseguridades? ¿Qué tan idiotas útiles somos? ¿Quién vuelve real o irreal,

tangible o intangible lo que vemos, oímos o sentimos? ¿Quién define lo que significa calidad de vida? ¿Qué tienen en común un adolescente, un gerente, un abogado, un obrero, un médico, una enfermera, un ingeniero, un conductor de bus, un deportista, un político, un piloto, un pescador, un artista, un profesor o un alumno? ¿Cómo transcurre un día normal para ellos? Pueden tener en común que todos usan o han usado un refrigerador, un horno microondas, un celular, un ipod, un equipo de rayos X, un carro, un radio, un reloj, un computador, un equipo de endoscopia, un ventilador, un CD, un DVD, un televisor o un medicamento para tratar el colesterol. Lo que tienen TODOS en común es, definitivamente, una Patente.

Nos preguntamos qué puede haber detrás de algo que es afín a tantas personas y que se denomina Patente. La respuesta es muy sencilla: Hay muchas horas de trabajo, seguramente, más de una frustración, consagración, disciplina, un laboratorio y, como resultado, un producto, una herramienta, una tecnología, un servicio y un derecho. Tradicionalmente se ha entendido el término PATENTE como un título de propiedad que otorga un derecho de exclusividad para la explotación temporal de una solución técnica. Ese procedimiento, producto, servicio, herramienta, instrumento, mecanismo o tecnología, podrá ser utilizado por el titular durante un tiempo a cambio de liberar su uso y aprovechamiento a favor de terceros. Esto sucede una vez han transcurrido un determinado número de años que pueden ser diez, catorce, o veinte, según el caso y el país.

Según el Art. 28 (Acuerdo de la OMC sobre derechos de propiedad intelectual relacionados con el ADPIC), una patente es un título jurídico que protege una invención. Las patentes otorgan a su titular derechos de exclusividad sobre una invención (un producto, proceso que es nuevo, que supone un avance inventivo y es susceptible de aplicación industrial) tal y como se define en las reivindicaciones. El blindaje jurídico que comporta una patente confiere a su titular el derecho de impedir a otros fabricar, utilizar u ofertar para su venta. Las reivindicaciones son las características técnicas novedosas de la invención y los derechos sobre los cuales se reclama la protección legal.

La Patente puede estar relacionada con una innovación que, según el grado de originalidad, la obsolescencia de prácticas precedentes y la ruptura con el proceso anterior o con lo ya establecido, significa una verdadera revolución tecnológica y un cambio de paradigmas tecno-económicos que no pueden entenderse como una evolución natural de los ya existentes. En este caso, estamos frente a una innovación radical. En términos del economista Austro-estadounidense Joseph Schumpeter, es “una destrucción creativa”.

Si se trata de hacer mejoras a un producto, servicio, desarrollo precedente o implementar un nuevo uso de las posibilidades de un método o proceso de producción preexistente, nos encontramos frente a una innovación incremental. Cuando al mecanismo, herramienta o a alguna parte de la misma se le proporciona alguna utilidad, ventaja o efecto técnico que antes no tenía, se tratará de una patente de modelo de utilidad; esta se concede por diez años contados a partir de la fecha de presentación de la solicitud. En Colombia una patente de modelo de utilidad es un título de propiedad que se otorga a toda nueva forma, configuración o disposición de elementos de algún artefacto, herramienta, instrumento, mecanismo, o de alguna parte del mismo, que permita un mejor o diferente funcionamiento, utilización o fabricación del objeto. Esta debe incorporarle o proporcionarle utilidad, ventaja o efecto técnico que antes no tenía. La exclusividad de una patente de invención se concede por un término de 20 años. Una vez haya expirado este término, la invención será de dominio público. Para el caso de los modelos de utilidad el lapso es de 10 años.

En EEUU, antes de Junio de 1995, la duración legal de las patentes era de 17 años contados a partir del momento de haber sido concedidas. Hoy, el tiempo o plazo de vigencia de una patente de invención, que es de veinte años, empieza a transcurrir a partir de la primera fecha de presentación de la solicitud.

El término de 20 años puede tener variaciones en trámites relacionados con medicamentos que involucran aprobaciones de la FDA (Food and Drug Administration). La propiedad intelectual y la protección al inventor en EEUU siempre han tenido soporte constitucional. En el Artículo I sección 8, referente a las facultades del Congreso, se hace mención a las “artes útiles” en alusión a las artes industriales, aplicadas o funcionales, concediendo la protección a favor del autor o inventor por un tiempo determinado: “Para fomentar el progreso de la ciencia y de las artes útiles, asegurando por tiempo limitado a los autores o inventores el derecho exclusivo a sus respectivos escritos y descubrimientos”.

La oficina de patentes y marcas de los Estados Unidos de América (USPTO) concede patentes en virtud de la ley de Patentes. El título 37 del Código de Reglamentos Federales regula el sistema de patentes y todo lo relacionado con marcas y derechos de autor. La Ley de Patentes de EEUU (Enero de 1953 – Título 35 “United States Code”) señala que puede ser objeto de patente cualquier nuevo y útil proceso, máquina, producto, composición de materia y cualquier mejora nueva y útil de los mismos, quedando excluidas las invenciones útiles relacionadas con la fabricación de material nuclear. Se pueden otorgar tres tipos de Patentes: 1) Patentes de Invención (procedimiento, máquina, artículo manufacturado o composición de materia que sean nuevos, útiles y no evidentes, o toda mejora de los mismos que sea nueva, útil y no evidente). 2) Patentes de diseño (para todo diseño nuevo, original y ornamental de un artículo manufacturado). 3) Patentes de Planta (para toda variedad vegetal distinta

y nueva, de reproducción asexuada, excluidas las plantas multiplicadas por tubérculo). La duración de la patente de diseño es de 14 años desde la fecha de emisión. La ley de protección de obtenciones vegetales (PVPA) da hasta 25 años de control sobre las variedades vegetales nuevas, distintas, homogéneas y estables de reproducción sexuada (semillas) o multiplicadas mediante tubérculo. Este tipo de protección es diferente a la que confiere una patente de planta pero, eventualmente, las plantas protegidas en virtud de la ley de protección de las obtenciones vegetales podrían tener la protección de una patente de invención. El reglamento Federal de aplicación de la PVPA está contenido en el título 7 del Código de Reglamentos Federales. La ley federal (Federal Court Improvement Act), promulgada en Marzo de 1982, creó el tribunal de apelaciones del Circuito Federal (CAFC) para armonizar las decisiones en materia de patentes (al tribunal se le asignó jurisdicción sobre las apelaciones en los casos de patentes en todos los circuitos federales).

Si bien la patente confiere el derecho a “excluir” a otros de la fabricación, uso, oferta, venta o importación de la invención, el titular debe someterse a las leyes sobre fabricación y comercialización del producto para poderlo fabricar y comercializar en los EEUU. El primer tratado Internacional en materia de protección de invenciones se suscribió en 1883 (Convenio de París para la protección de la propiedad industrial). Las creaciones estéticas, las leyes de la naturaleza y las ideas abstractas están excluidas de ser patentadas. ¿Alguna vez nos hemos preguntado Cuál ha sido el aporte, el valor agregado o la injerencia de nuestros países en el otorgamiento de una patente que haya cambiado nuestros gustos, hábitos o costumbres?

¿Alguna vez nos hemos preguntado qué tanto incidimos en la agenda global? ¿Será que sólo somos un segmento del mercado y consumimos ese producto, servicio o tecnología sin preguntar quien lo diseñó o lo concibió y sin saber quién decide por nosotros? ¿Consumimos lo que realmente nos genera bienestar, prosperidad y calidad de vida? ¿Qué recibimos a cambio de ser parte de un mercado que consume y no hace preguntas? ¿Qué recibimos a cambio de ser simples facilitadores de insumos o materia prima cuando no hay transferencia de conocimiento ni de tecnología y cuando, muchas veces, se producen daños ambientales irreversibles?

En Estados Unidos, desde Abril de 1790, se empezó a materializar el propósito de asegurar una infraestructura para la investigación básica y aplicada buscando convertirse en una economía del conocimiento y de la innovación, protegiendo el esfuerzo de quien tenía la capacidad de pensar en forma divergente y realizaba un invento, o de quien podía aportar algún tipo de solución tecnológica para domar el entorno y mitigar los niveles de indefensión del hombre frente a los desafíos de la naturaleza. Si bien se consideraba la patente como un título de propiedad que después de un tiempo sería de dominio público, en diferentes Estados como California, Texas, Wisconsin, Illinois, Pennsylvania, Michigan, Virginia, en Universidades como Cornell, Chicago, Harvard, Stanford, MIT, Johns Hopkins y en empresas como Westinghouse, General Electric, Motorola, Dupont, Illinois Tool Works Inc o Merck & Co, se empezaba a concebir una patente y su desarrollo como el vehículo para incidir en la agenda global.

No se trataba simplemente de un título de propiedad, sino de un verdadero pasaporte que permitiría a los Estados Unidos marcar tendencias, definir derroteros, estilos de vida, nuevos hábitos, mejorar la calidad de vida y generar transformaciones culturales profundas a través de innovaciones que fueran desarrolladas y comercializadas como productos accesibles a la población. La patente, además, se convertiría en una especie de impronta IDIOSINCRATICA que resumiría muy bien la pujanza del hombre norteamericano, definiendo su concepción del mundo y su interés de abrir mentes, acortar distancias y generar nuevas formas de interacción. L as Patentes eran sinónimo de supervivencia, de investigación, empleo, de paradigma cultural, prosperidad, nuevos mercados y se tendrían como la herramienta para eliminar fronteras, arrinconar la ignorancia, aportar soluciones, cumplir metas, despejar incógnitas, superar obstáculos, derrotar supersticiones, aportar nuevos horizontes y desentrañar nuevos mundos.

Las patentes permiten evaluar el rendimiento y el nivel de especialización o fortaleza tecnológica de un país cuando se desarrollan y se comercializan con impacto o incidencia en la agenda regional, continental o global. Si se interpretan adecuadamente, las patentes son un buen indicador para evaluar el ascenso de tecnologías emergentes (nanotecnología o biotecnología), elaborar mapas de grupos tecnológicos, difundir el conocimiento y dinámicas del cambio técnico, medir las repercusiones de la especialización tecnológica regional, cuantificar y cualificar el nivel de transferencia de conocimiento entre organizaciones o sectores tecnológicos Hasta ahora nosotros lo estamos entendiendo, países como Japón, Francia, Canadá, Holanda, Inglaterra y Alemania lo tenían claro hace más de ciento ochenta años. Entre el 1 de Enero de 1977 y el 31 de Diciembre de 2012 a Canadá le fueron otorgadas por la oficina de patentes y marcas de los Estados Unidos (USPTO) 101.448 patentes. A Francia le fueron otorgadas 119.182, a Alemania 313.675, a Japón 904.801 y a Holanda 42.143. A Estados como Michigan le fueron concedidas en el mismo período, 114.896 patentes. Al estado de Illinois 125.274, a Arizona 42.823, a Pennsylvania 110.697, a Texas 162.557, a Minnesota 75.660, a Ohio 110.526 y a Florida 82.092. A Colombia, en este mismo lapso, le fueron concedidas 264 patentes frente a países como Taiwán que registró 125.749. De igual manera, nos superaron Venezuela con 725 patentes, Argentina con 1.279 patentes y Brasil con 3.087 patentes; hasta Luxemburgo nos sobrepasó al otorgársele 1.398 patentes.

Un capítulo especial merece el caso de Corea del Sur por el tratado de libre comercio con Colombia. En el período citado, a Corea del Sur le fueron otorgadas 112.247 patentes y a Colombia 264. Entre el año 2004 y el 2008, a Corea del Sur le fueron concedidas 31.765 patentes y a Colombia 45. Entre el año 2009 y el año 2012, la desproporción se agudiza: a Corea del Sur le otorgaron 49.481 y a Colombia sólo 55. Son realmente inquietantes la diferencia y un desequilibrio semejante cuando está de por medio un tratado de libre comercio y cuando Corea del Sur muestra unos indicadores positivos de patentes vigentes, desarrolladas y comercializadas.

Es importante analizar experiencias recientes como la de Finlandia que nos muestran el resultado de una política coherente en términos de economía de la información, crecimiento en productividad, competitividad y en el fortalecimiento de alianzas estratégicas entre los diferentes actores (Gobierno – Empresas – Laboratorios) para transformar las patentes en innovación y en aciertos comerciales.

Desde el 2008 el número de patentes otorgadas por la USPTO refleja un comportamiento consistente en número y calidad de patentes con un promedio de 1.060 que tienen alta incidencia en la agenda global. En un porcentaje superior al 80%, son desarrolladas y comercializadas. No es fácil armonizar o aterrizar indicadores

fiables a partir de las bases de datos existentes, ni tampoco lograr datos homogéneos de patentes para contrarrestar el sesgo o interpretar las tendencias. Dependiendo del país, de la calidad y relevancia de las patentes vigentes, del porcentaje de patentes que no se desarrollan o no se comercializan, la confiabilidad es mayor o menor en cuanto a la incidencia en la agenda global, en los mercados, en los hábitos y en los paradigmas culturales. Para hablar de innovación en términos de agenda global, es necesario que la patente se desarrolle, se materialice y se comercialice.

Si bien la innovación es una actividad que permite la obtención de nuevos productos, procesos o mejorassustanciales de los productos ya existentes, la misma debe traducirse en incorporación de tecnologías

materiales e inmateriales, en diseño industrial, equipamiento, ingeniería industrial, lanzamiento de la fabricación y comercialización de nuevos productos y procesos (Norma UNE 166000:2006). En Estados Unidos se otorgan 741 patentes por millón de habitantes; en Colombia se otorgan 4, en Reino Unido 290 y en Alemania 582. Si ese porcentaje lo llevamos a las patentes otorgadas a la inventiva Colombiana, por los Estados Unidos o por la E.P.O. (European Patent Office), el resultado y el promedio son realmente precarios: tan sólo una patente por cuatro millones de habitantes.

Fuente:

https://www.larepublica.co/archivo/las-patentes-las-universidades-y-la-agenda-global-2086171

En Colombia hay un enorme talento pero hay que aprender a gerenciarlo


Bogotá_Hace seis años LR dedicó varias de sus páginas a abordar un tema que ha pasado desapercibido por el Estado como es el de la patentes y todo lo que ellas significan; ciencia, innovación, consumo y del talento humano.

‘Patentar o morir’ fue lo que dijo en ese momento el empresario y abogado titular junto con un grupo interdisciplinario de investigadores de varias patentes internacionales, Carlos Alberto Plata, quien en diálogo con este diario resaltó que el principal problema del Estado, que se ha movido bajo los dictámenes de los gobiernos de turno, es que no ha sabido gerenciar el talento humano y esa problemática ha incidido en bajos registros de patentes, falta de organización productiva y escasa participación en la agenda global, continental y regional.

Para el investigador, en Colombia existe un recurso humano calificado pero aún no se conocen cuáles son las verdaderas fortalezas del país, lo que ha impedido que el “organismo” funcione, por eso reflexiona sobre la necesidad de crear un ‘chasis institucional’ que permita que se creen patentes colombianas que incidan en el mundo.

Hace seis años usted hablaba de patentar o morir, ¿cómo analiza esa frase ahora que Andrés Oppenheimer lanzó el libro ‘Crear o morir?

Considero que el trabajo que hizo Andrés Oppenheimer es muy serio, muy bien documentado, y creería yo que en gran parte de sus afirmaciones coincidimos. El tema de las patentes se tiene que mirar desde el punto cualitativo y el cuantitativo. Si estamos hablando en número de patentes, necesariamente asociamos  esa consideración con una política de gestión y gerencia del talento humano, si hablamos de calidad, nos referimos a la capacidad de incidir en la agenda regional, continental o global. Lo deseable es tener un número importante de patentes, pero también patentes de alta calidad. Eso permitiría reducir esa brecha, porque los números son alarmantes frente a lo que patentan países con mayores niveles de desarrollo. Nosotros hemos hecho una evaluación sobre la relación que hay entre la gerencia del talento humano, con el desarrollo de la ciudadanía en términos de lo que significa incidir en las diferentes agendas. Desafortunadamente nosotros medimos la eficiencia del Estado por su capacidad sancionatoria pero sin descuidar ese aspecto, considero que la eficiencia del estado va de la mano con su ‘chasis institucional’. Aquí confundimos el chasis con el motor y la carrocería, entonces, las políticas de gobierno, que terminan siendo políticas de estado, están limitadas al número de años de cada gobierno. Y ahí se desconoce lo que es un chasis institucional. Tenemos enormes disfuncionalidades, creo que hay un enorme talento, pero hay falta de gerencia.

¿Cómo se gerencia el talento humano?

Hay que pensar en crédito y es muy difícil acceder a él, no solamente para el trámite de una patente sino en todo lo que hay detrás en términos de investigación, infraestructura y logística. En Colombia no hay suficientes laboratorios. No tenemos la posibilidad de acompañar debidamente esa creatividad, entonces, cuando Oppenheimer habla de ‘Crear o morir’, esa creatividad no puede ser exclusiva de una profesión determinada. No podemos olvidar que hoy hay una evaluación multidimensional de los fenómenos, y en esa caben muchas profesiones. Necesitamos crédito, necesitamos laboratorios y una política robusta de demanda pública. Que lo que se produzca en Colombia, respondiendo a altos estándares de calidad, se consuma aquí.

¿Cómo aprovechar el trópico y las materias primas para generar patentes?

Colombia es un país muy rico en términos de biodiversidad. El trópico, que ha sido nuestra fortaleza, históricamente se ha considerado como improvisación, indisciplina y falta de rigor. Colombia registró 38 patentes en 2015, un número modesto frente a otros países.

¿En qué se ha fallado?

Hemos fallado en entender la importancia que es trabajar en la cultura de la aceptación del error, entender la importancia de lo que significa la tolerancia con el fracaso. El reconocimiento del error es una actitud  congruente que significa dar un paso importante para lograr un objetivo.

¿El Estado debe dar beneficios para impulsar la inversión en innovación?

No solo a las empresas, sino a los particulares. Debe haber líneas de crédito blandas. La banca es un servicio público y como tal debería dimensionar lo que significa la gerencia del talento humano. Somos un país donde hay iniciativa, pero se ve frustrada porque no hay crédito. El tema no es pagar el costo de una patente sino acompañar el proceso de la idea.

¿La falta de gerencia de talento deriva en que no hay valor agregado en la producción?

Sí. Hay que mirar el registro de patentes, y nuestra capacidad de generar hábitos y costumbres. Somos consumidores pero no hemos logrado reconvertir lo que consumimos en algo novedoso. La importancia no es solo de crear sino de tener una política de talento humano. Se habla de posconflicto pero para él necesitamos tener un ‘chasis institucional’ e incidir en la agenda global.

Las universidades tienen un rol clave en la formación

Para Plata, el rol de las universidades es clave en la gestión del talento humano y en el desarrollo de la innovación en el país. Según él, estas instituciones son las que garantizarán que el recurso humano tenga la capacidad de crear valor agregado y que haya una lectura diferente sobre cómo se busca impactar la agenda regional, global y continental. “Ese recurso va a definir los derroteros para que nos insertemos en esa agenda, el talento humano va a tener una mentalidad diferente sobre lo que significa gerenciar el recurso y no podemos limitarnos a ciertas profesiones”, dijo.

La opinión

Luis Ángel Madrid

Abogado e Investigador de la Universidad Sergio Arboleda

“Colombia tiene una de las tasas de patentamiento más bajas en la región y esto se debe a que hay un problema entre la relación del Estado con la empresa privada”.

link artículo La Republica

Somos un país de procesos inconclusos en ciencia

“Colombia es un contenedor de ideas y de creatividad represada, una nación de procesos inconclusos en ciencia y tecnología”.

Así resume el empresario Carlos Alberto Plata, promotor de 18 patentes internacionales y recientemente galardonado por la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP) por su trayectoria frente al desarrollo del conocimiento científico y tecnológico, el rezago del país en materia de solicitud de patentes de invención.

Mientras en países de la región como Brasil y México se otorgan al año entre 5.000 y 8.000 patentes, en Colombia las solicitudes de estas en el mismo periodo rara vez superan las 2.000.

Ahora bien, si la comparación se hace con los largos procesos de investigación en universidades de grandes ligas en países desarrollados como Japón, Estados Unidos, Francia, Canadá, Holanda e Inglaterra, la diferencia en producción de patentes se vuelve aún más abismal. Al 31 de diciembre de 2012 a Canadá le fueron otorgadas por la oficina de patentes y marcas de Estados Unidos 101.448 patentes; a Francia, 119.182; a Japón, 904.801, y a Holanda, 42.143.

En contraste, a Colombia, en este mismo lapso le fueron concedidas 264, incluso muy por debajo de Venezuela con 725 patentes y Argentina con 1.279. Pero, ¿en qué radica la pobre gestión en el país del derecho a explotar exclusivamente un invento por un tiempo determinado? Para Plata el gran problema es que el Estado no ha dado un salto hacia la economía del conocimiento y la innovación, pese a que el mundo globalizado privilegia los productos de alta intensidad tecnológica. Según el desarrollador, esto se argumenta con la pobre infraestructura de laboratorios que hay en el territorio nacional.

“Es muy difícil cambiar paradigmas tecnoeconómicos o impulsar el emprendimiento innovador, o las tecnologías disruptivas si no hay inversión en laboratorios con equipos de altísimas especificaciones”, señala Plata. Dicho rezago al que hace referencia Plata se sustenta con las estadísticas entorno a la inversión en actividades de ciencia y tecnología, y en investigación y desarrollo en el país. Menos de 0,47% del Producto Interno Bruto (PIB) se destina a estos rubros. Entre 2003 y 2012, la inversión en ciencia y tecnología creció 10 puntos básicos al pasar de 0,35% a 0,45%. Mientras que la inversión en Latinoamérica creció a una tasa tres veces mayor que la de Colombia.

Lo cierto es que para revertir esa tendencia, Plata asegura que la clave está en el fortalecimiento de alianzas estratégicas entre los diferentes actores (Gobierno- empresas- laboratorios) para transformar las patentes en innovación y en aciertos comerciales. Esto implica estimular una demanda pública sostenible en el largo plazo, para garantizar la implementación de programas de adquisición pública del producto que desarrollan, fabrican y ofrecen empresas locales con capacidad innovadora; asegurar la transferencia tecnológica, brindar asesoría y acompañamiento legal que permita la definición de mercados objetivos con proyección internacional; créditos flexibles y financiación de las compañías intensivas en investigación y desarrollo del conocimiento científico.

Ocho patentes se otorgan por millón de habitantes

Mientras en Estados Unidos se otorgan 750 patentes por millón de habitantes, en Colombia se otorgan ocho, en Reino Unido 290 y en Alemania 590. Para el empresario y desarrollador de patentes Carlos Alberto Plata, esto le resta competitividad al país, pues dependiendo de la calidad y relevancia de las patentes vigentes, la confiabilidad de un país es mayor o menor en cuanto a incidencia de la agenda global, en los mercados, en los hábitos de los consumidores y en los paradigmas culturales. “Para hablar de innovación en términos de agenda global es necesario que la patente se desarrolle y se comercialice”, agregó Plata.

Las opiniones

Laura Rojas

Abogada especialista en propiedad intelectual

“El problema en el país es que tenemos un retraso importante en materia educativa y de investigación y esto provoca ausencia de tráfico en solicitud de patentes de invención”.

Ximena Ramírez

Diario LA REPÚBLICA
Martes , Octubre 28, 2014

Carlos Plata el icono de la innovación

Carlos Alberto Plata ayer recibió la más alta condecoración de la UTP y en un mes estará en Suiza patentando su más reciente proyecto.

“Esta actividad de las patentes no solamente demanda esfuerzo y responsabilidad, sino que requiere de un ingrediente esencial: ser visceral y tener una altísima dosis de optimismo para luchar contra la desidia y la ignorancia presuntuosa que muchas veces nos ofrece el mundo”.

Fueron las apasionastes y aleccionadoras palabras con las que el doctor Carlos Alberto Plata Gómez inicio su discurso al recibir ayer, la medalla Jorge Roa Martínez, máxima condecoración de otorga la Universidad Tecnológica de Pereira para exaltar la labor de personas cuyos aportes revolucionan y transforman de manera positiva a la sociedad.

UTP trabajó en la patente

El más reciente proyecto de Plata nació en Colombia y será patentado en un mes en Suiza y tiene que ver con el aprovechamiento de los recursos genéticos tropicales para la fabricación de gasolina.

La investigación se realizó con un multidisciplinario grupo profesionales y docentes de la Universidad Tecnológica de Pereira y consiste en la creación de gasolina a base de una mezcla entre combustibles fósiles y la palma de aceite.

En la entrega de la medalla el rector de la UTP, Luis Enrique Arango, destacó la importancia que representó para su universidad, la oportunidad de vincularse a este innovador proyecto que tendrán un impacto no solo en la esfera nacional sino también a nivel global. “Para la Universidad representa una oportunidad para acercarse al conocimiento del mundo de las patentes internacionales, además será un aporte fundamental para la consolidación de nuestros procesos de investigación e innovación que siguen abriéndose paso de manera vertiginosa”.

El novedoso proyecto no consiguió apoyo ni logró alianzas con el Gobierno de Colombia, sin embargo –y aquí quizá Plata aplicó ese consejo de la visceralidad y el optimismo- no decidió rendirse y él junto con un grupo de empresarios colombianos llevaron los estudios a Brasil, país que recibió con entusiasmo el proyecto que será desarrollado por una multinacional de ese país.

Las patentes

Entre las patentes de este notable innovador colombiano se encuentra una sobre la oxigenación de la gasolina para aumentar el rendimiento y reducir la emisión de gases contaminantes, también tiene 3 patentes de la Secretaría de Comercio de los Estados Unidos, una de la Unión Europea, Reino Unido y China, solo por mencionar algunas de su amplia y acreditada trayectoria.

Pero que hay exactamente detrás de una patente, para Carlos Alberto Plata la respuesta es una combinación entre pasión, método y esfuerzo: “Detrás de una patente hay muchas horas de trabajo, más de una frustración, consagración, disciplina, un laboratorio y como resultado: un producto, una herramienta, una tecnología, un servicio y un derecho”.

EN LA FOTO: La condecoración Jorge Roa Martínez es la máxima distinción que entrega la Universidad Tecnológica de Pereira y fue otorgada al Dr. Carlos Alberto Plata Gómez.(Foto: Suminitrada UTP/LaTarde)

Publicada por: Maria Paz Gómez Gaviria
Diario LA TARDE
10 de Octubre de 2014

Las patentes, las universidades y la agenda global

¿Cuántas veces nos hemos preguntado quién decide lo que más nos conviene? ¿Quién determina lo que es prioritario en nuestras vidas? ¿Qué tan autónomos somos? ¿Quién marca las pautas y quién diseña nuestro estilo de vida? ¿Qué tanta conciencia tenemos sobre quiénes realmente definen la agenda global en lo económico, lo político y lo social? ¿Quién fija los derroteros, las directrices y el curso de los acontecimientos? 

¿Quién y qué nos permite ser eficientes? ¿Quién tiene la autoridad para influir en nuestras decisiones? ¿Quién moldea nuestras costumbres e impone las tendencias y las prioridades en una comunidad? ¿Quién determina el modus operando de nuestro entorno familiar, social o laboral? ¿Quién decide por nuestros hijos? ¿Qué nos vuelve sensibles o insensibles? ¿Qué y quiénes inciden sobre nuestros gustos o nuestros hábitos? ¿Quién alimenta nuestras fobias y nuestras inseguridades? ¿Qué tan idiotas útiles somos? ¿Quién vuelve real o irreal,

tangible o intangible lo que vemos, oímos o sentimos? ¿Quién define lo que significa calidad de vida? ¿Qué tienen en común un adolescente, un gerente, un abogado, un obrero, un médico, una enfermera, un ingeniero, un conductor de bus, un deportista, un político, un piloto, un pescador, un artista, un profesor o un alumno? ¿Cómo transcurre un día normal para ellos? Pueden tener en común que todos usan o han usado un refrigerador, un horno microondas, un celular, un ipod, un equipo de rayos X, un carro, un radio, un reloj, un computador, un equipo de endoscopia, un ventilador, un CD, un DVD, un televisor o un medicamento para tratar el colesterol. Lo que tienen TODOS en común es, definitivamente, una Patente.

Nos preguntamos qué puede haber detrás de algo que es afín a tantas personas y que se denomina Patente. La respuesta es muy sencilla: Hay muchas horas de trabajo, seguramente, más de una frustración, consagración, disciplina, un laboratorio y, como resultado, un producto, una herramienta, una tecnología, un servicio y un derecho. Tradicionalmente se ha entendido el término PATENTE como un título de propiedad que otorga un derecho de exclusividad para la explotación temporal de una solución técnica. Ese procedimiento, producto, servicio, herramienta, instrumento, mecanismo o tecnología, podrá ser utilizado por el titular durante un tiempo a cambio de liberar su uso y aprovechamiento a favor de terceros. Esto sucede una vez han transcurrido un determinado número de años que pueden ser diez, catorce, o veinte, según el caso y el país.

Según el Art. 28 (Acuerdo de la OMC sobre derechos de propiedad intelectual relacionados con el ADPIC), una patente es un título jurídico que protege una invención. Las patentes otorgan a su titular derechos de exclusividad sobre una invención (un producto, proceso que es nuevo, que supone un avance inventivo y es susceptible de aplicación industrial) tal y como se define en las reivindicaciones. El blindaje jurídico que comporta una patente confiere a su titular el derecho de impedir a otros fabricar, utilizar u ofertar para su venta. Las reivindicaciones son las características técnicas novedosas de la invención y los derechos sobre los cuales se reclama la protección legal.

La Patente puede estar relacionada con una innovación que, según el grado de originalidad, la obsolescencia de prácticas precedentes y la ruptura con el proceso anterior o con lo ya establecido, significa una verdadera revolución tecnológica y un cambio de paradigmas tecno-económicos que no pueden entenderse como una evolución natural de los ya existentes. En este caso, estamos frente a una innovación radical. En términos del economista Austro-estadounidense Joseph Schumpeter, es “una destrucción creativa”.

Si se trata de hacer mejoras a un producto, servicio, desarrollo precedente o implementar un nuevo uso de las posibilidades de un método o proceso de producción preexistente, nos encontramos frente a una innovación incremental. Cuando al mecanismo, herramienta o a alguna parte de la misma se le proporciona alguna utilidad, ventaja o efecto técnico que antes no tenía, se tratará de una patente de modelo de utilidad; esta se concede por diez años contados a partir de la fecha de presentación de la solicitud. En Colombia una patente de modelo de utilidad es un título de propiedad que se otorga a toda nueva forma, configuración o disposición de elementos de algún artefacto, herramienta, instrumento, mecanismo, o de alguna parte del mismo, que permita un mejor o diferente funcionamiento, utilización o fabricación del objeto. Esta debe incorporarle o proporcionarle utilidad, ventaja o efecto técnico que antes no tenía. La exclusividad de una patente de invención se concede por un término de 20 años. Una vez haya expirado este término, la invención será de dominio público. Para el caso de los modelos de utilidad el lapso es de 10 años.

En EEUU, antes de Junio de 1995, la duración legal de las patentes era de 17 años contados a partir del momento de haber sido concedidas. Hoy, el tiempo o plazo de vigencia de una patente de invención, que es de veinte años, empieza a transcurrir a partir de la primera fecha de presentación de la solicitud.

El término de 20 años puede tener variaciones en trámites relacionados con medicamentos que involucran aprobaciones de la FDA (Food and Drug Administration). La propiedad intelectual y la protección al inventor en EEUU siempre han tenido soporte constitucional. En el Artículo I sección 8, referente a las facultades del Congreso, se hace mención a las “artes útiles” en alusión a las artes industriales, aplicadas o funcionales, concediendo la protección a favor del autor o inventor por un tiempo determinado: “Para fomentar el progreso de la ciencia y de las artes útiles, asegurando por tiempo limitado a los autores o inventores el derecho exclusivo a sus respectivos escritos y descubrimientos”.

La oficina de patentes y marcas de los Estados Unidos de América (USPTO) concede patentes en virtud de la ley de Patentes. El título 37 del Código de Reglamentos Federales regula el sistema de patentes y todo lo relacionado con marcas y derechos de autor. La Ley de Patentes de EEUU (Enero de 1953 – Título 35 “United States Code”) señala que puede ser objeto de patente cualquier nuevo y útil proceso, máquina, producto, composición de materia y cualquier mejora nueva y útil de los mismos, quedando excluidas las invenciones útiles relacionadas con la fabricación de material nuclear. Se pueden otorgar tres tipos de Patentes: 1) Patentes de Invención (procedimiento, máquina, artículo manufacturado o composición de materia que sean nuevos, útiles y no evidentes, o toda mejora de los mismos que sea nueva, útil y no evidente). 2) Patentes de diseño (para todo diseño nuevo, original y ornamental de un artículo manufacturado). 3) Patentes de Planta (para toda variedad vegetal distinta

y nueva, de reproducción asexuada, excluidas las plantas multiplicadas por tubérculo). La duración de la patente de diseño es de 14 años desde la fecha de emisión. La ley de protección de obtenciones vegetales (PVPA) da hasta 25 años de control sobre las variedades vegetales nuevas, distintas, homogéneas y estables de reproducción sexuada (semillas) o multiplicadas mediante tubérculo. Este tipo de protección es diferente a la que confiere una patente de planta pero, eventualmente, las plantas protegidas en virtud de la ley de protección de las obtenciones vegetales podrían tener la protección de una patente de invención. El reglamento Federal de aplicación de la PVPA está contenido en el título 7 del Código de Reglamentos Federales. La ley federal (Federal Court Improvement Act), promulgada en Marzo de 1982, creó el tribunal de apelaciones del Circuito Federal (CAFC) para armonizar las decisiones en materia de patentes (al tribunal se le asignó jurisdicción sobre las apelaciones en los casos de patentes en todos los circuitos federales).

Si bien la patente confiere el derecho a “excluir” a otros de la fabricación, uso, oferta, venta o importación de la invención, el titular debe someterse a las leyes sobre fabricación y comercialización del producto para poderlo fabricar y comercializar en los EEUU. El primer tratado Internacional en materia de protección de invenciones se suscribió en 1883 (Convenio de París para la protección de la propiedad industrial). Las creaciones estéticas, las leyes de la naturaleza y las ideas abstractas están excluidas de ser patentadas. ¿Alguna vez nos hemos preguntado Cuál ha sido el aporte, el valor agregado o la injerencia de nuestros países en el otorgamiento de una patente que haya cambiado nuestros gustos, hábitos o costumbres?

¿Alguna vez nos hemos preguntado qué tanto incidimos en la agenda global? ¿Será que sólo somos un segmento del mercado y consumimos ese producto, servicio o tecnología sin preguntar quien lo diseñó o lo concibió y sin saber quién decide por nosotros? ¿Consumimos lo que realmente nos genera bienestar, prosperidad y calidad de vida? ¿Qué recibimos a cambio de ser parte de un mercado que consume y no hace preguntas? ¿Qué recibimos a cambio de ser simples facilitadores de insumos o materia prima cuando no hay transferencia de conocimiento ni de tecnología y cuando, muchas veces, se producen daños ambientales irreversibles?

En Estados Unidos, desde Abril de 1790, se empezó a materializar el propósito de asegurar una infraestructura para la investigación básica y aplicada buscando convertirse en una economía del conocimiento y de la innovación, protegiendo el esfuerzo de quien tenía la capacidad de pensar en forma divergente y realizaba un invento, o de quien podía aportar algún tipo de solución tecnológica para domar el entorno y mitigar los niveles de indefensión del hombre frente a los desafíos de la naturaleza. Si bien se consideraba la patente como un título de propiedad que después de un tiempo sería de dominio público, en diferentes Estados como California, Texas, Wisconsin, Illinois, Pennsylvania, Michigan, Virginia, en Universidades como Cornell, Chicago, Harvard, Stanford, MIT, Johns Hopkins y en empresas como Westinghouse, General Electric, Motorola, Dupont, Illinois Tool Works Inc o Merck & Co, se empezaba a concebir una patente y su desarrollo como el vehículo para incidir en la agenda global.

No se trataba simplemente de un título de propiedad, sino de un verdadero pasaporte que permitiría a los Estados Unidos marcar tendencias, definir derroteros, estilos de vida, nuevos hábitos, mejorar la calidad de vida y generar transformaciones culturales profundas a través de innovaciones que fueran desarrolladas y comercializadas como productos accesibles a la población. La patente, además, se convertiría en una especie de impronta IDIOSINCRATICA que resumiría muy bien la pujanza del hombre norteamericano, definiendo su concepción del mundo y su interés de abrir mentes, acortar distancias y generar nuevas formas de interacción. L as Patentes eran sinónimo de supervivencia, de investigación, empleo, de paradigma cultural, prosperidad, nuevos mercados y se tendrían como la herramienta para eliminar fronteras, arrinconar la ignorancia, aportar soluciones, cumplir metas, despejar incógnitas, superar obstáculos, derrotar supersticiones, aportar nuevos horizontes y desentrañar nuevos mundos.

Las patentes permiten evaluar el rendimiento y el nivel de especialización o fortaleza tecnológica de un país cuando se desarrollan y se comercializan con impacto o incidencia en la agenda regional, continental o global. Si se interpretan adecuadamente, las patentes son un buen indicador para evaluar el ascenso de tecnologías emergentes (nanotecnología o biotecnología), elaborar mapas de grupos tecnológicos, difundir el conocimiento y dinámicas del cambio técnico, medir las repercusiones de la especialización tecnológica regional, cuantificar y cualificar el nivel de transferencia de conocimiento entre organizaciones o sectores tecnológicos Hasta ahora nosotros lo estamos entendiendo, países como Japón, Francia, Canadá, Holanda, Inglaterra y Alemania lo tenían claro hace más de ciento ochenta años. Entre el 1 de Enero de 1977 y el 31 de Diciembre de 2012 a Canadá le fueron otorgadas por la oficina de patentes y marcas de los Estados Unidos (USPTO) 101.448 patentes. A Francia le fueron otorgadas 119.182, a Alemania 313.675, a Japón 904.801 y a Holanda 42.143. A Estados como Michigan le fueron concedidas en el mismo período, 114.896 patentes. Al estado de Illinois 125.274, a Arizona 42.823, a Pennsylvania 110.697, a Texas 162.557, a Minnesota 75.660, a Ohio 110.526 y a Florida 82.092. A Colombia, en este mismo lapso, le fueron concedidas 264 patentes frente a países como Taiwán que registró 125.749. De igual manera, nos superaron Venezuela con 725 patentes, Argentina con 1.279 patentes y Brasil con 3.087 patentes; hasta Luxemburgo nos sobrepasó al otorgársele 1.398 patentes.

Un capítulo especial merece el caso de Corea del Sur por el tratado de libre comercio con Colombia. En el período citado, a Corea del Sur le fueron otorgadas 112.247 patentes y a Colombia 264. Entre el año 2004 y el 2008, a Corea del Sur le fueron concedidas 31.765 patentes y a Colombia 45. Entre el año 2009 y el año 2012, la desproporción se agudiza: a Corea del Sur le otorgaron 49.481 y a Colombia sólo 55. Son realmente inquietantes la diferencia y un desequilibrio semejante cuando está de por medio un tratado de libre comercio y cuando Corea del Sur muestra unos indicadores positivos de patentes vigentes, desarrolladas y comercializadas.

Es importante analizar experiencias recientes como la de Finlandia que nos muestran el resultado de una política coherente en términos de economía de la información, crecimiento en productividad, competitividad y en el fortalecimiento de alianzas estratégicas entre los diferentes actores (Gobierno – Empresas – Laboratorios) para transformar las patentes en innovación y en aciertos comerciales.

Desde el 2008 el número de patentes otorgadas por la USPTO refleja un comportamiento consistente en número y calidad de patentes con un promedio de 1.060 que tienen alta incidencia en la agenda global. En un porcentaje superior al 80%, son desarrolladas y comercializadas. No es fácil armonizar o aterrizar indicadores

fiables a partir de las bases de datos existentes, ni tampoco lograr datos homogéneos de patentes para contrarrestar el sesgo o interpretar las tendencias. Dependiendo del país, de la calidad y relevancia de las patentes vigentes, del porcentaje de patentes que no se desarrollan o no se comercializan, la confiabilidad es mayor o menor en cuanto a la incidencia en la agenda global, en los mercados, en los hábitos y en los paradigmas culturales. Para hablar de innovación en términos de agenda global, es necesario que la patente se desarrolle, se materialice y se comercialice.

Si bien la innovación es una actividad que permite la obtención de nuevos productos, procesos o mejorassustanciales de los productos ya existentes, la misma debe traducirse en incorporación de tecnologías

materiales e inmateriales, en diseño industrial, equipamiento, ingeniería industrial, lanzamiento de la fabricación y comercialización de nuevos productos y procesos (Norma UNE 166000:2006). En Estados Unidos se otorgan 741 patentes por millón de habitantes; en Colombia se otorgan 4, en Reino Unido 290 y en Alemania 582. Si ese porcentaje lo llevamos a las patentes otorgadas a la inventiva Colombiana, por los Estados Unidos o por la E.P.O. (European Patent Office), el resultado y el promedio son realmente precarios: tan sólo una patente por cuatro millones de habitantes.

miércoles, 27 de noviembre de 2013


FUENTE

En Colombia, emprendedores de rebusque

Es manifiesta la incapacidad de Latinoamérica de incidir en la agenda tecnológica mundial y de transformar las reglas de juego. América Latina es un gran mercado pero no llega al 5% del valor agregado, a nivel mundial, de industrias y servicios con tecnologías intensivas en conocimiento.

En el mundo hay más de 20.000 Instituciones de Educación Superior (IES) y no hay una sola universidad latinoamericana entre las 120 primeras, según Times Higher Education de Londres. Si bien Latinoamérica representa cerca de 9% de la población mundial y su producto representa algo más de 8% del producto interno bruto global, no llega a 4% de las publicaciones científicas registradas mundialmente ni alcanza 0,2% de las patentes otorgadas por la secretaría de Comercio de los Estados Unidos.

Entre las veinte mejores universidades de Latinoamérica la única universidad colombiana es la Nacional en el puesto número 13.

En cuanto a las Universidades Colombianas y, de acuerdo con QS World Ranking 2013, la Universidad de los Andes aparece de cuarta en América Latina después de la Universidad de Sao Paulo (USP), la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad Estadual de Campinas. La Universidad Nacional aparece en el puesto 9.

El puesto 11 lo ocupa la Universidad ICESI. En el puesto 12, se ubica la Universidad Tecnológica de Pereira que ocupa el puesto 2.181 en el ranking mundial. El puesto 13 es para la Universidad Industrial de Santander que está en la posición 2.207 en el ranking mundial.

La Universidad Nacional es la única Universidad Colombiana que aparece entre las  primeras quinientas del mundo. La Universidad de los Andes y la Universidad de Antioquia están entre las primeras 1.000.

En lo referente a la titularidad de patentes que fueron otorgadas a universidades colombianas, la misma se concentra especialmente en la Universidad Nacional, la Universidad de Antioquia, la Universidad Tecnológica de Pereira, la Universidad del Norte, EAFIT y la Universidad Javeriana.

Se destacan investigaciones relacionadas con tecnologías de información y telecomunicaciones, filtros, implantes en los vasos sanguíneos, prótesis ortopédicas, dispositivos anticonceptivos, vendajes, recuperación de pacientes con labio leporino y paladar hendido, tratamientos y protección de ojos y oídos, tecnologías de revestimiento y química de materiales.

Debemos aprovechar nuestra diversidad y aprender a gestionar, administrar y gerenciar conocimiento. La creatividad, la universidad, el laboratorio, el emprendimiento y el medio ambiente, también son eslabones de la misma cadena.

La confianza inversionista debe ir más allá de aprovechar un mercado o la explotación y comercialización de los recursos naturales no renovables; debe generar una contrapartida en inversión para investigación básica y aplicada que se materialice en tecnologías que permitan el uso racional de esos recursos naturales y una relación realmente armónica con la naturaleza para evitar que se siga presentando tanta degradación ambiental.

Es claro que faltan muchos investigadores con doctorados, con maestrías o especializaciones pero no hay que olvidar que en Colombia predominan los autodidactas, los empíricos y los tecnólogos. Se requiere, además, generar una plataforma para facilitar el emprendimiento innovador de cientos de tecnólogos que no tienen acceso a crédito, laboratorios, acompañamiento legal ni, mucho menos, a asesoría para acceder a mercados internacionales.

Realizamos no pocas sesiones con grupos de tecnólogos innovadores, investigadores autodidactas y emprendedores empíricos de diferentes regiones del país para entender un poco mejor por qué tenemos indicadores tan modestos en trámite de patentes y en innovación. Entre los investigadores, un alto porcentaje comparte las mismas preocupaciones y frustraciones.

Más de 95% de las patentes otorgadas en Colombia corresponden a títulos solicitados por no residentes, lo que refleja un bajo coeficiente local de invención competitiva. No hemos logrado que ese “know how” o las “externalidades” hayan sido suficientemente aprovechadas en términos de transferencia de tecnología y transformación en productos nuevos con la etiqueta “home made”.

Hay barreras culturales que hay que superar y es necesario mejorar la comunicación y la interacción entre las universidades, los investigadores con doctorados y los emprendedores autodidactas, empíricos y tecnólogos.

El Sena está empezando a jugar un rol importante y seguramente con el desarrollo de la Ley 1286 de 2009 y el fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, se avanzará, si se logran interpretar las tendencias y sensibilidades del mercado.

Con un grupo de empresarios nacionales y extranjeros, estamos trabajando en un proyecto de mega laboratorio de competitividad y valor agregado para generar, administrar y gerenciar conocimiento.

Nuestra experiencia nos ha permitido valorar enormemente el talento nacional y, lo que veíamos  imposible de realizar hace quince años, como era consolidar una innovación radical, una verdadera ruptura con muchos paradigmas tecno – económicos y de mercado, se está logrando con el apoyo de un grupo interdisciplinario y, si se quiere, bastante heterogéneo de profesionales, tecnólogos y de innovadores.

No pocos de estos emprendedores que hemos podido conocer y con quienes hemos compartido experiencias vienen de la microeconomía del rebusque. La falta de laboratorios y de crédito se convierten en carburante de muchas inequidades. Todo se termina resumiendo en crédito, laboratorios, creatividad, valor agregado, mercado, equidad, calidad de las patentes y gerencia del talento humano.


Carlos Alberto Plata Gómez

Abogado y titular de varias patentes internacionales
Diario La República
Miércoles, Noviembre 27, 2013

Sin tecnología y patentes no hay futuro

En editorial de hace tres años (16 de junio de 2010), advertimos que hablar de competitividad, productividad e innovación sin patentes, era ingenuo e irresponsable. Moisés Wasserman, ex rector de la Universidad Nacional afirmó hace unos días que proyectos sin patentes es como construir edificios sobre arena.

Señaló que la propuesta de los diez sabios en 1994 consideraba mil investigadores por cada millón de habitantes, pero que en 2000 no se cumplía con la meta de llegar siquiera a la tercera parte de esos investigadores. No se puede hablar de innovación sin investigadores; como tampoco se puede hablar de investigadores sin laboratorios. Es difícil concebir la “locomotora” de la innovación sin financiación, sin patentes y sin tener claro el rol de Colciencias. El 0,17 del PIB es en teoría invertido  en ciencia y tecnología, pero se debe armonizar la investigación con la formación de investigadores y con el trámite y obtención de patentes.

Wasserman es categórico en resaltar que la innovación nos llegó más por moda y que no vamos a ser competitivos mientras no se rompa el círculo vicioso de las innovaciones incrementales y no reconozcamos que sin patentes se genera un corto circuito que hace inocua la investigación. La punta del iceberg, como bien destaca el Profesor, es la generación de patentes. Según él, se ha politizado Colciencias convirtiendo la entidad “en un justificador de las políticas del gobierno ante la comunidad científica y no al revés”… “Es negativo politizar el sistema porque lo desintitucionaliza”.

Michelle Bachelet afirmaba hace tres años que el reto para todos los países era innovar o morir. En su momento lanzamos un S.O.S. al gobierno para que se tuviera una visión realista del mercado, entendiendo que innovación y propiedad intelectual son sinónimos. Hoy son otros los que deciden por nosotros en materia de tecnología, ritmos de vida, calidad de vida y hábitos de consumo. Nuestra incidencia en la agenda en tecnología es nula y nuestros indicadores en patentes son precarios. Se requieren laboratorios, crédito e investigadores bien remunerados, como también una política de Estado congruente con la ecuación que nos permita mejorar nuestra oferta comercial y nuestra presencia en otros mercados.

Volvemos a insistir en la urgencia de comprometernos con la investigación a partir de propósitos coherentes y ajenos a cualquier interés cortoplacista. Consideramos que la propuesta del mega laboratorio de valor agregado realizada hace varios años por el especialista en patentes Carlos Alberto Plata, debe ser analizada articulando esfuerzos que vinculen a universidades, empresa privada y Estado, no solo para mejorar las estadísticas en número de patentes, sino para incidir en la agenda global a fin de aterrizar intercambios comerciales más equitativos.

Miércoles , Septiembre 11, 2013
Diario La República